viernes, 13 de julio de 2018

Verano

Con la llegada del verano llegan las lluvias
con el cambio de estación se sublevan las costumbres,
nada llena más el cuerpo que saciar las penas
con el sonido del mar, del valle o las ciudades que vislumbres.

¿Qué alegra más que el ánimo que imaginarse desocupado?,
con la vida real hecha una maleta que te cargas a la espalda,
con una sonrisa comprada en tiempos donde todo se nos ha robado
en promesas propias, y un falso juramento que en nada nos calma.

Me gusta llegar a los meses donde cada día llueve,
porque cada amanecer me ilusiona con su cambiante ambiente, 
como cuando una lagrima se derrama sobre una cama caliente,
donde antes de amanecer, se corroe el sueño en que mi mano te lleve.

Puedo decir tu nombre entre las sábanas de siempre, 
pero no puedo traer tu recuerdo, que me acompañe hoy que dueles,
pues no vienes como las lluvias que azotan hasta septiembre,
sino que te ausentas como los enamorados a los viejos puentes,
pero te hallo encubierta con la máscara de amiga prudente,
cuando lo que extraño, es tener una convivencia tan real como fueses.

Queda decir al viento alborotado por las septentrionales corrientes,
que tu recuerdo se vulva la brisa, aquella que forma el mar rompiendo,
aquella que no es polvo sino humedad, agua de mar salada que sientes,
que refresque el corazón, como cuando en julio me dices: aún te comprendo.




 

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