miércoles, 2 de octubre de 2013

Yo nací el 2 de octubre del 68´

Han pasado ya 45 años, y aunque mi vida es corta, siento que mi alma es vieja; que mi esencia ha vivido ya muchos años, que he muerto con las voces que las balas han callado y que cada grito de dolor por los desaparecidos políticos son mis verdaderos años.
Así puedo imaginar un devenir propio, uno que surge de los deseos de libertad y autonomía que muchos hombres y mujeres querían, que no por ser jóvenes la mayoría, ignorarían su momento histórico y traicionarían sus convicciones.
No puedo sino mirar las terribles imágenes que nos recuerdan a todos la crueldad humana, aquella que nace del nefasto deseo del poder; económico, político, ideológico. Todas verdaderas razones egotístas, razones vacías, razones que  sólo un cobarde amañado podría ocupar para justificar su genocída obra, así fue en la madrugada del 2 de octubre de hace ya nueve lustros, una mañana que quedará para siempre guardada en el colectivo que es el mexicano.
No puedo culpar únicamente a un hombre, a un tecnócrata, pues no actuó solo. Aquellos que abrieron fuego contra los manifestantes nos disparaban a todos, herían y mataban a sus hermanos, hermanas, madres, padres, hijas e hijos; sin duda una mañana que pasará muchos años en la sociedad, hasta que por fin se pueda considerar una transición del pensamiento, una reforma filosófica del pensamiento.
Los deseos de culpar a los entonces encargados de salvaguardar el orden público se reducen a pensar, ¿En qué mundo vivimos que no pensamos en una igualdad social más necesaria que una buena administración gubernamental?, ¿Es qué, acaso, somos ovejas que necesitan de un pastor que nos pastoree, que nos pegue con un palo, nos cargue a nuestros hijos, nos trasquile, nos mate por decidir que somos muchos o simplemente porque hay una fiesta y quieren sus invitados comer cordero?,  no señores, no somos borregos, y no lo digo porque los borregos sean unos animales domesticados, lo digo porque nosotros no somos objetos de lucro, no pretendemos tener dominio estratégico de nuestros semejantes para calmar los fines políticos o económicos de otros aristócratas, es por eso que yo me niego a ser una cifra más en la estadística de los nefastos representantes políticos, de aquellos que viven en el sueño griego, en la paideia, por ellos ignorada, confundida con mezquinas doctrinas necrófilas, heredadas de siglos de corrupción y de espíritus caducos, que parecieran ser puramente artificiales.
Nunca entenderé porque la retórica tiene que ser parte esencial de la preparación de los políticos, cuando en su mayoría son sátiros, arpías y otras calamidades de iguales dimensiones, al permitir que su representación en la función pública sea opaca, debido a que decidieron traicionar a sus votantes por un puño de privilegios económicos, que a la larga sólo ocasionarán desventuras y tragedias.
Ja, echo una carcajada por aquellos hipócritas que, educados en la conveniencia y los vicios pronuncian discursos filosóficos, cuando en lugar de virtud siembran antivalores, pero, pese a eso, los claman cual poeta excitado los declamaría a su público amado, al cual le deben el amor de sus letras y versos. A todos aquellos que enmascarados de transición pactan con políticos corruptos, con funcionarios desalmados y desayunan con empresarios  narcisistas, a todos ellos les dirijo mis palabras, les dedico las gotas de sudor mías y de mis hermanos, de hombres y mujeres que trabajan y estudian, que ríen sinceramente o purgan una condena en prisión por una causa injusta o porque hubo una violación al debido proceso.
Hoy miro con desventura a miles de jóvenes que derraman odio sin sentido a cualquier autoridad, aunque ésta sea la de su propia familia, jóvenes perdidos en los fanatismos mal intencionados que los convierten en héroes para sus pequeños grupos de pseudointelectuales, aquellos que antes de buscar el diálogo incentivan las respuestas violentas en sus receptores, que piden de ellos su participación en actos de agresión física y verbal antes de instruir a sus colegas de manera dialéctica de la situación por la cual manifestarse. Cuidado, esos son peores, no por ir contracorriente tienen la razón, la razón es la verdad, y la verdad sólo puede llegar a conocerse mediante la reflexión, y la misma nos reflejará que hay tantas verdades cómo hombres o mujeres, sin ser subjetivistas, sólo siendo imperativos podremos manejarnos de una manera más civilizada en ésta frágil sociedad, la cual, por días como el 2 de octubre de 1968, está plantada en cimientos de corrupción y unida con una mezcla de mentiras.


 Fotografía tomada de Twitter


  Fotografía tomada de Twitter


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