miércoles, 24 de enero de 2018

Una confesión

Esta noche se vale todo. Es así como comienzo estas pesadas líneas, cargadas de recuerdos y cicatrices, porque qué queda después de dejar tu vida en manos de otro, de confiar tus secretos y tus más profundos pensamientos en una piel sin alma, en un pueril espejismo de amor, una sonrisa y un carácter fingido. Solo recordaré unos pasajes de mi vida, un par de anécdotas que mucho me han enseñado a entender nuestra actualidad romántica y emocional, empero de estar solo en estas fechas, no hago señalamiento personal en contra de nadie, porque no tengo miedo de decir la verdad en frente de quien me tenga que cuestionar con relación a lo que relataré, ya que el miedo a la verdad es propio de los cobardes, y ya fui cobarde mucho tiempo atrás.

Cómo iba diciendo, así puede ser ahora, teniendo presente la época que nos tiene atados a nuestra peligrosa liberación y apego material, un mal logrado posmodernismo; regalo de una filosofía que nos absorbe en un consumismo vano y desmedido, donde valemos por un ego y no por una humanidad, ya que ser humano es ser débil, es dar y prometer, con emociones y sentimientos que suelen ser burlados, manchados de inferiores por una creciente población que se siente dueña de la verdad, una verdad tan infame como infinita, ya que no la entienden como algo absoluto, pero sí como algo propio.

A mis andanzas en este mundo, puedo presumir dos cosas, una: las personas buenas que he conocido; la segunda, las personas para las que he sido malo; y no con esto digo que la gente sea mala, o que las personas con las que he convivido sean todas buenas, eso no lo puedo saber, solo puedo saber que tan malo he sido para ellas porque prefirieron hacerme a un lado en sus vidas, convertirme en un rumor, una mentira, un villano, un mártir, un refugiado, un pendejo, un utensilio, un juguete. Cada vez que me miro al espejo, aproximadamente a la altura de la sien, noto unas pequeñas líneas sobre la piel, empezando por mis ojos y acentuándose sobre mis pómulos; son el regalo que esas personas, para las que he sido malo, y también para las que he sido bueno, me han provocado, algunas por tanto reír, otras de tanto llorar. No quiero hacerme el fuerte y pensar que el llanto esconde fragilidad y miedo, cobardía y demás debilidades en el hombre, que lo evito por pena o que me avergüenza que alguien lo sepa.

He llorado y he reído, y esas líneas que se empiezan a notar son testigos, testimonios de mis solitarias tardes, de mis días en compañía de nadie, de mis memorias con personas adorables y genuinas; personas que me abrieron el corazón a experimentar sentimientos como el amor y la tolerancia; bien dicen que las cosas buenas vienen de lo más sencillo, de lo más pequeño. Al cabo de entender que cada sujeto que entra en tu cotidianidad te hace más grande, puedes aprender que también ellos crecen un poco por ti, de esa manera me pasó la primera vez que me enamoré, y no tuve tanto miedo como ganas de hacer real ese amor, así que me atreví a romper toda línea convencional conocida y, lo conseguí, me enamoré aún sabiendo las consecuencias para ambos, así como ella se enamoró de mí con el temor de fallar; nos arriesgamos y todo pasa con singular diferencia entre sujetos. Cada relación que se inicia en busca de algo, tiene una finalidad, esa finalidad puede ser de distinta naturaleza, por ejemplo emocional o material, en el primer caso, era emocional para ambos, porque así lo descubrimos, y se nos rompió el corazón en pequeños pedazos, como los que quedan de una copa de cristal que se estrella con el piso luego de caer de la mano de quien la sostuvo con debilidad o excesiva fuerza.

Por otra parte, luego de enamorarme y perder ese amor, quizá me volví idiota, porque pensé encontrarlo en una bella vasija vacía, en un sueño incompleto y lleno de una necesidad diferente a lo que yo tenía para dar. Frivolidad y poder, así sucedió mi primer encuentro con la posmodernidad, una mujer que me desfiguró la idea de machismo, y me hizo entender que la mujer ya no es un género, es una idea, que lo que te propongas como individuo está por encima de valores como el amor, la amistad, los hijos y la familia, que puedes obtener todo lo que quieras cuando tienes algo que los demás quieren. Pero aguantar estar en el centro de esa vorágine, no es lo que uno puede esperar cuando aún crees en espejismos como el amor.

-Quédate, no me dejes-, ¿Cuántas veces salió de mí?, para que murieran en tu boca. Esa es la historia de una relación actual, así es como me confieso desengañado de mi idea idealista del mundo, ahora abrazo al posmodernismo como una corriente que existe, pero no como propia, aún creo en el amor, y no por ello negaré su existencia. Es verdad, sé lo que es un engaño, pero también he engañado; sé lo que es el dolor, pero también he lastimado; sé lo que es el compromiso, pero también he vivido el abandono, y no solo el abandono físico, sino el abandono emocional, como hacer el amor con un envase hueco, una pieza de porcelana que dedica su mente a tener y buscar una vida cómoda, en ser un deseo o hasta una necesidad para otro, y esto mientras finge estar en cuerpo y mente contigo. He vivido para ser testigo de fracasos y logros, de sobrevivir a un engaño y a ocultarlo ante mis ojos, de engañarme a mí mismo y llamarme tolerante por no decirme estúpido. Lo he vivido hoy, y todavía no he aprendido nada; la vida es tan corta y tan larga para cada ser humano, que no olvidar nuestra naturaleza, nuestra humanidad, nos dará una comprensión más satisfactoria y útil que continuar esta diatriba existencial posmoderna.

Hoy hago solo una confesión, ya que mi mente se encuentra inquieta y pide un desahogo. Hoy convertí en palabras algunos secretos que me hacen humano, soy consiente de mi estado de imperfección, empiezo a conocer mis límites, pero cada vez menos entiendo a los demás. Nuestra vida es inspiración diaria para continuar nuestra existencia, adelante a conseguir lo que sueñas y anhelas, pero no hagas de lado lo empático, es cierto, hoy en día hace falta lo material para subsistir, yo mismo estoy escribiendo en un ordenador, pero no te conviertas en lo que nos hace mal, en una persona que traiciona, y no me refiero a que traiciones a alguien, me refiero a que te traiciones a ti mismo, a que te vendas o te cambies por un interés económico o material, que te conviertas en un objeto, en una caricatura de ti mismo, y si lo haces, al menos ten la decencia de hacértelo a ti nada más, no arrastres a quien le has hecho creer que cuenta contigo. Yo estoy como al principio de mi escrito, solo que esas particulares ganas de amar, se hallan guardadas, no sé por cuánto tiempo, no sé por cuántos días o años lo estarán, pero esta noche, estoy seguro, que al menos cuento con una familia con la que no tengo que ocultar quien soy, amigos con los que soy auténtico, clientes con los que soy honesto, personas que quiero y me quieren sin condición, alguna persona especial y hasta compañeros de barra esperando que coincidamos en el bar de siempre a platicar. 

                                                      Imagen tomada de Google fotos

No hay comentarios.:

Publicar un comentario