Una vez fuimos el viento que se mezclaba con la sal del mar y las piedras del río, que acabó llenando los pulmones del jornalero chiapaneco y del minero de Iquique.
Una vez, así puede ser de incongruente en la poesía el decir que pertenecemos a un signo como el viento, que somos un suspiro que se va con la muerte y el postergar de la vida; la conciencia que nos caracteriza nos ha hecho capaces de entendernos con un lenguaje tan simbólico como el que empleo en éste momento, ya que pese a ser subjetivo el sentido de ser el viento, la sal y las piedras, se entiende que lo dicho es una metáfora, lo que sigue después es lo complicado.
Hace no mucho entablando una conversación con un amigo mío, encontré en sus palabras las verdades que mis sentidos percibían por sí y no querían reconocer mi sensatez o instinto de conservación, que me orillaba a ser primitivo y considerar mis razones como únicas e inamovibles en congruencia con mis palabras. Fue así como caí en cuenta de la terrible incongruencia que existe con mirar y no ver nada, o hablar y no decirlo; que es lo peor.
En su "Ensayo sobre la ceguera", el maestro Saramago nos transporta a un mundo no distante al nuestro, a una situación no distinta a la actual, donde la vista como sentido nos limita a conocer un mundo sensorial distinto, lleno de coches y calles, de nombres y pasiones, pero nunca un mundo verdadero, ya que la vista no puede ser el sostén del mismo, pero lo es, lo es y basta con hacer inmersión al texto del genial portugués y deleitar un mundo caótico, tan impedido de su propia supervivencia por la perdida de un sentido como lo es la vista.
Vemos sin ver. Seguramente has tenido en tu vida momentos tan significantes que solo recuerdas como una secuencia de una película, como una actuación ante tus ojos, posteriormente como una reacción en tu cabeza, en tu cerebro; que registra el dato y lo convierte en un estímulo para generar una emoción, algo que complementa un recuerdo. Si bien es algo meramente subjetivo lo que digo, insisto, basta hacerlo; recordar algo, un pensamiento suelto, verá que no puede estar ajeno a la creación de un entorno, un determinado sonido y estado, una iluminación o una experiencia física o psicológica determinada. Así funciona nuestra naturaleza empírica. Atribuyendo un aprendizaje con la repetición y el análisis de un acto o hecho, constituido por nuestra propia participación en el mismo o la realización por parte de alguien más para mirarlo.
En el texto del nobel europeo, la situación es similar, el lector se arma escenas cada vez más complejas en su imaginación conforme avanza el libro, pero no deja de lado la parte visual aportada por un personaje que parece ser el único con el sentido de la vista intacto, testigo crudo de la desaparición parcial del ser humano por su dependencia en el sentido visual. Un ejemplo claro es la moda, cargada de tendencias y estereotipos, es un código completo, un complejo sistema de lo que es correcto y lo que debe ser "rechazado". Hace no más de 20 años todavía era común ver a personas - lo digo en sentido propio-, con calzado de plástico, ropa común a su descendencia étnica, un ligero dominio de los arquetipos electrónicos y digitales en la vida cotidiana, pero hoy, todo eso quedó en el olvido, con la aparición de fuertes modelos, los más vulnerables a perder su identidad son aquellos que están en formación de la misma, y como si se tratara de una cuestión de programación, son educados con filosofías ajenas a su identidad, a su cultura, a su condición física, académica, económica, moral y religiosa.
Portada del libro "Ensayo sobre la ceguera" de José Saramago editado por Punto de lectura
Hablar y no decir nada. "Los vasos vacíos hacen más ruido", así dice el aforismo coreano al hablar de alguien que habla y no dice nada, alguien más bien vacío como el vaso que ha derramado su contenido, o aún no ha sido llenado. La educación y la formación es primeramente auditiva, en modernos estudios que no mencionaré por falta de tiempo, se cuenta con evidencia que apoya un sentido auditivo y sensorial en los bebes dentro del cuerpo de la madre, distinguiendo la voz de sus padres y los tonos que se emplean para hablar entre los adultos, un hecho sorprendente en un mundo tan visual como lo es el nuestro.
La importancia del habla es tan universal como el sentido visual, no por tanto se pretende tener un jerarquía entre ambos sentidos, en resumen, se pretende demostrar la holísitca del entendimiento, como se compone nuestra realidad y como podemos extraer el provecho a nuestras capacidades sin perjudicar el entorno. Dicho de otro modo, tratar de comprender el sentir y el obrar antes de hacerlo, el fortalecer un sentido contemplativo por medio del análisis detallado y reflexivo de la realidad compuesta, para poder mirar y observar; y, hablar y decir.
Tazas de te del periodo Tianqi