miércoles, 4 de diciembre de 2013

Ética en los profesionales.

La creciente demanda de mejores profesionales no siempre va acompañada de mejores contratistas, de aquí que si no existe una honestidad y completo apego a las normas éticas, no existirá un debido contrato social, menos uno con los usuarios de los servicios demandados.
Tenemos enfrente una realidad asombrosa, contamos con una cobertura académica muy amplia en el país, pero no siempre la enriquecemos como es debido, menester es tomar participación desde muy temprano y en cualquier plano para poder ejercer la ética oportunamente y evitar transgresiones a los derechos de terceros, como alumno de nivel básico, medio y superior, tienes la tarea de conducirte con verdad y objetividad, ser imparcial y altamente ético, pero no por ello, entender que la formación académica va acompañada de sueños irrealizables y promesas abandonadas. A lo anterior tenemos por ejemplo, el caso que evidenciaré, la formación de los profesionistas en las provincias: Es sabido por muchos que el trabajo académico tiene grandes carencias, en especial económicas, lo que afecta en un bajo salario a los catedráticos de dicho nivel, colocando la docencia universitaria como una entrada monetaria más en su ingreso personal, pero de la cual es casi imposible subsistir de constituir el único activo al hogar promedio.

Los profesionistas de la provincia, son a diferencia de los grandes empresarios, abogados, arquitectos, médicos, químicos, etcétera, de las grandes urbes, unos ciudadanos que no encuentran una salida de la situación que enfrentan más que emigrar de su hogar de origen, buscando centralizar sus conocimientos en pro de un mejor salario y estilo de vida, situación que se vive a diario incluso en las ciudades de provincia de mayor tamaño, donde la inmigración de las regiones más alejadas y poblados vecinos inunda la industria y el campo laboral profesional, en anhelo del mismo fin que los nativos.

Es así como nos vemos enredados en la telaraña que constituye ser un universitario en México, no cabes en casa, tienes que buscar un mejor lugar, donde se te pague por lo que sabes y puedes hacer, excluyendo casi en su mayoría, el lugar de origen o de estudios, siempre y cuando sea provincia, de ahí que deduzco, de manera empírica, que la razón del creciente número de jóvenes que terminan la educación media, decidan hacer el esfuerzo con sus padres, quienes no siempre tienen los medios económicos de mandar a sus hijos a estudiar a las capitales de sus estados, a los campus de sus universidades de prestigio e incluso a la capital del país, con el sueño de que no regresen, de que se queden en una ciudad, en una metrópoli, que pueda brindarles una oportunidad su alma máter en provincia, debido a que "no cualquiera estudia en esas escuelas o colegios", así se refleja la superioridad en materia laboral y académica, no es que quiera denostar a los centros de estudios superiores de provincia, pero es una realidad que sufrimos los estudiantes y egresados de dichas academias. 

Para demostrar lo anterior basta platicar con variedad de egresados de universidades de élite y otros iguales pero en situación de centros de estudios superiores de provincia, la diferencia será abismal, el primero tiene una visión que es una mezcla de las experiencias y cargos que tienen sus catedráticos, que suelen ser en ocasiones extranjeros y nacionales con estudios de posgrado e incluso doctorales, que se desempeñan en cargos públicos y en trabajos de nivel internacional o del alto ramo nacional, y los segundos, por lo general son algunos egresados de la misma provincia y algunos profesionales titulados por las primeras, que su experiencia es muy diferente, debido a que no se cuenta con el mismo número de personas con estudios de posgrado, menos que tengan cargos públicos o cuenten con una experiencia de trabajo internacional.

La forma de aprovechar la carrera no siempre es igual. Si bien es concedido casi como un hecho que el egresado de una "mejor" universidad tendrá mayores oportunidades y empleos que su contrario, también está sujeto a la contrariedad que presenta el segundo, cuya preparación cuasi autodidacta con la que el o la joven que estudió en provincia tendrá que afrontar en lugar de hacerla un recurso cómo el primero, lo cual es a veces la mejor herramienta contra el rezago que se convierte en una realidad cada vez más aceptada por las grandes mayorías de estudiantes de dichos niveles y profesionales que desempeñan su profesión. 

En ocasiones ser miembro de una "élite" ofrece beneficios sociales y superficiales, más que ética aplicada, lo cual no siempre refleja los altos principios deontológicos que manifiestan sus universidades, en cambio, la visión que anteriormente se ha manifestado no es exclusivamente negativa, con mucha regularidad se hace presente el compromiso social en dichos egresados, que no dudan en desempeñar un papel de lideres de opinión y acción ad hoc a los menesteres que se requieran, pero no dejando de hacer presente la percepción nacional, no actúan fuera de las cámaras, no desean alejarse de los encabezados locales y deslumbrar con ilusiones a la mayoría que no puede obtener un espacio en una escuela como la que los ha preparado, para nosotros, verlos, es como mitificar un rumor, volver a la alquimia y convertir el plomo en oro, transmutar la materia oscura en valiosa, el Fausto es la mejor manera que encuentro de ejemplo; y la comunidad es su Mefistófeles, demonio corrompido que apostado ha, deseoso de ganar contra el bien y deshacer lo valioso de la axiología y las manifestaciones libres de vanidad. 

Fotografía tomada del sitio análisis 365- Revista digital, en su sitio de internet.

Pero no todo es malo, los centros universitarios, sean cuales sean no enseñan a ser mala persona, a mirar a todo como mercancía, tampoco a vivir agachado o a ser un obrero más, la intención de la preparación es valiosa siempre y cuando el educando no esté en posición a moral, no tenga mayor ambición que deseo de hacer el bien, lo ético. México vive una crisis de valores, lo denunciamos a diario, la colectividad es más violenta y caca, vacía, cómplice de una cultura sintética, adicta a lo artificial, a lo prefabricado, al estereotipo, al egotismo, al narcisimo, a la necrofilia (Fromm).


Referencias:
Fromm, Erich. (2000) El corazón del hombre, , México D. F. Fondo de cultura económica. 

Ligas de interés.
 

Vamos a marchar por lo que sea.

La pasada temporada de noviembre en México es sinónimo de fiestas y celebraciones, tanto nacionales, religiosas y prehispánicas, con la llegada del Día de Muertos, Todos Santos, y la conmemoración de la Revolución Mexicana.

Cada vez es más difícil disfrutar de una temporada llena de conmemoraciones sin tener la contaminación visual que arropa las calles y salones públicos, llenos de decoraciones de importación china y norteamericana, cada vez más distorsionando al de por sí revuelto folclor nacional. Las banderitas  que sobraron de septiembre se vuelven a vender, así los adornos tricolores, pero que pasó con los artículos de los días religiosos y prehispánicos, ¡Son cada vez más parecidos a los de nuestros vecinos del norte y sus tradiciones!

El 20 de noviembre es un día muy especial para todos los mexicanos que tienen hijos en la escuela, porque ven a sus hijos desfilar por una celebración patria, ¿Qué se conmemora?, la mayor parte de los niños lo ignora, o le da una profunda indiferencia, debido a que su cultura es más apegada a las películas de corte norte americano y programas de televisión a veces nacional, otras tantas extranjerizante, que ponen en manifiesto un total desapego a la historia y a la realidad.

Y ya dicho un poco de las participaciones de los padres, digo, de los hijos en los desfiles, ¿Qué aporta a los pupilos dicha manifestación bélica?, en grandes rasgos, nada, porque no deriva de un aprendizaje, más bien, es una costumbre mediocre que se adoptó de los militares y hombres y mujeres de carrera, que defendieron sus derechos y se manifestaron haciendo la marcha a paso firme, frente a sus compañeros y paisanos, defendiendo su libertad, su democracia, su independencia, sus sueños; pero pasados los años las marchas pierden su sentido, porque devenido de las manifestaciones escolares, tenemos a miles de maestros y profesores, que se manifiestan desde hace meses en la capital del país y en algunos estados, también a las comunidades organizadas que vivían en la sombras de la violencia y el crimen organizado, coludido con las autoridades, desatando verdaderas guerras revolucionarias. Pero, ¿Qué de eso sabe el colegial promedio?, ¿A caso conoce la realidad pertinente a su entorno y a su país?, ¿A caso conoce los resultados de aquella gesta heroica que tanto le dicen en historia y que aparte de significar un día inhábil en el ciclo escolar es de verdadera importancia?, ¿Fomentan en sus escuelas y en sus hogares el respeto a los principios revolucionarios más que los principios económicos?

Hace falta muy poco para darse cuenta de la cultura nacional, el grueso de la población, aún desestima a sus hermanos indígenas, a todos los que tienen rasgos extranjeros, un credo diferente, una ideología; un modo de vivir. No sin embargo, aprecian aquello que trasgrede, aquello que hace daño, la burla, la violencia, el ultraje, la "tranza" y demás artimañas que le asignan al mexicano por "naturaleza".

Imagen tomada de internet, durante manifestaciones en el Distrito Federal 2013


Esos pobres niños, no tienen la culpa de no querer desfilar, cuando viven contrariados de las disyuntivas y diatribas que oyen a diario, situación que nos es indiferente a la mayoría, debido a que ya pasamos esa etapa y pareciera que quisiéramos que los menores la padezcan de igual o peor manera, ¡Eso es inadmisible!, ¡Un abuso!, la mayoría de nosotros somos indiferentes a nuestra propia historia e ignorantes del legado sociológico y filosófico que nos ha brindado la lucha y el estado de derecho mexicano con su sueño centenario de tierra y libertad, pero no ha logrado mellar en nuestros valores, somos de bronce como las estatuas erguidas a los héroes; frías y victimas de las heces de las aves rapaces que depositan sobre nuestra efigie.


Cuartoscuro/Archivo

Que quede latente, la cultura mexicana no está torcida por que así sea, lo está porque así se permite.