sábado, 25 de julio de 2015

Ella

Conocida por la miel de tus palabras, es la noche la que recorre los latidos de mi pecho, derriba las tejas de mi mente, eres tú la que desenpaña los cristales de mis ojos, los crisoles de mi alma; desnuda de lujuria acompañada de miradas despreocupadas que conjuran la lexicología jurídica y la vuelven semántica romántica en un ambiente de oficina, una atmósfera de procedimientos ordinarios y privilegiados, promoviendo incidentes a mis intentos desmedidos de contraer tus manos en las mías.

Concédeme la memoria privilegiada que ostentas, la organización de tus archivos, la voracidad de tus palabras y argumentos que derivan en conclusiones lógicas, silogismos de tu mente, argumentos de tu cuerpo, sentencias que me absuelven.

Rompes las cadenas de Mefisto, despliegas tus alas de pegaso, suspiras con los vientos de Calipso, musa de Rodas, heredera de Afrodita, caminaste por el Ades hasta mostrarme los campos Elíseos, la maravilla de tu vida, victoriosa de tus juicios, escritora de tus sueños, oráculo de mil deseos y promesas cumplidas.

Concédeme la manzana dorada de tus campos, la fruta que con recelo guardaron del Olimpo, brillante luz de Luna, hermosa eres como ninguna, con un beso de tus Rojos labios lunares desprende al mortal de mis cenizas, vuélveme héroe de tu Hiliada, hazme inmortal en tus entrañas.

Al final dame un golpe con la espada, aquella que empuña Nemesis, tu homónima en la aplicación de la justicia, destruye la venda de tus ojos y mírame con ellos, con tu iris dilatado, con la precisión del perito que ha acertado, conjura tu mitología con tu astucia, tu derecho con mis dionisiacas palabras, conduce mi juicio por tu cordura, dame el fallo definitivo cantado el mes de enero.